jueves, 13 de septiembre de 2012

Volver al lugar del que nunca nos fuimos


Parte II

Crear el apego

Para fortalecer este músculo hace falta entrar en el tiempo sin tiempo, aunque sea un rato, lo que cada una pueda. En el apego, a más intimidad, más abundancia.

La primera hora de vida es clave en la construcción del diálogo vincular. Algunos estudios muestran que los bebés que hicieron apego inmediatamente después del parto, y unos veinte minutos después fueron separados para hacer los análisis y chequeos de rutina  y luego devueltos a su mamá, presentaron más dificultades en la lactancia que aquellos bebés que no se separaron nunca.  Hay muchos equipos de neonatología que ya hacen los chequeos de rutina, sobre el cuerpo de la madre, con el bebé prendido a la teta o no.  Así no se suma estrés a la díada bebé-mamá.  Esta no separación beneficia el amamantamiento, pero también una mejor y más pronta recuperación del parto o la cesárea, y sienta las bases para un puerperio más completo, más estable.  La tristeza post parto es mucho más llevadera en compañía de tu bebé. Lo natural es que iniciemos esta aventura juntos.

Pero para aquellas de nosotras que por diversos motivos no pudimos tener a nuestro bebé al lado sin interrupción, existen infinitos caminos para recuperar el tiempo perdido.

Estar con el torso desnudo y el bebé en contacto piel con piel unas horas por día puede ser muy beneficioso para ambos. Los golpecitos de los pies del bebé sobre el vientre acomodan los órganos de la madre tras el parto, se inicia el diálogo celular y el cuerpo generoso retoma su trabajo con alegría.  La lactancia en contacto es más fácil, más fluida, menos mental.

Dormir con tu bebé. Los bebés aprenden muchas cosas del contacto y la cercanía con sus padres, por ejemplo a regular su temperatura corporal y a respirar rítmicamente. Los bebés que hacen colecho presentan menos apneas. Las mamás que duermen con sus bebés descansan mejor y pueden amamantar más fácilmente. 

Portear al bebé. Existen infinitos modelos de portabebés ergonómicos, es bueno tener algunos en casa y usar el que más nos sirve para cada etapa. Los portabebés son una especie de útero externo, el bebé siente los latidos del corazón de la madre, su olor, su calor y su movimiento. Para el bebé es contacto puro, comunicación y bienestar. Para la mamá satisfacción, comodidad y manos libres para atender a otros, para realizar las tareas de la casa o lo que necesite.

Los grupos de crianza. Asistir a un grupo de crianza ayuda un montón, hay muchos. En los grupos nos encontramos con otras mamás que están en la misma situación que nosotras, que la están peleando y disfrutando, que a veces se rinden como una. Es un espacio para compartir, para recibir ternura y para fortalecerse.

Una Doula, una amiga. Cuando la soledad es inmensa, es bueno tener una Doula cerca, ella te puede ayudar a atravesar la negrura, y a poder sostener tus deseos más allá de las dificultades.

Tanto los grupos de crianza como las Doulas sirven mucho con la vuelta al trabajo y el amamantamiento. Poder escuchar a otras mujeres que pasaron por la misma situación que una es muy alentador y útil.

Mi sueño

La noche que me pidieron que escribiera esta nota soñé con muchas mujeres,  estábamos en una casa amplia, ocupábamos todos los espacios, compartíamos, en ronda o en grupos chicos, nos movíamos, era un orden desordenado como el de los grupos de crianza. Estas mujeres eran mis tías, mis abuelas, mis madres, mis amigas y las madres de mis amigas. Eran mi tribu de mujeres, de ellas aprehendía sobre la entrega natural, sin números. Sobre la crianza en brazos, sobre la piel. Aprehendía de los olores, de mirar, de algún abrazo y de los silencios. Criábamos juntas y juntas éramos el músculo femenino que susurra. ¡Este es mi deseo!



Mara es Doula de embarazo, parto y post parto de Venir al Mundo
Miembro de Casa Materna
Creadora de Mama Loba
Coordina grupos de crianza en Florida junto a Ana Ferrugia. 
Coordina grupos de porteo en distintos espacios de maternidad. 
Difunde y apoya el amantamiento la crianza respetuosa y con apego a través de las redes sociales
y los encuentros.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Volver al lugar del que nunca nos fuimos

Parte I


Puerperio, la cultura y la escucha de lo salvaje

Muchas mujeres llegan a la crianza sumidas en complejos puerperios, cada una se encuentra inesperadamente con imágenes, olores, sensaciones y sentimientos que la trasportan o la desbordan. Para algunas es una soledad insostenible, para otras es un contacto íntimo que les revela sin cesar la abundancia de la vida, y para muchas es un mix. La crianza nos conecta con los rincones más salvajes de nuestro ser, nos sentimos animales, nos queremos acurrucar con nuestra cría en la penumbra de la casa, a veces lo llevamos con placer…. otras veces sentimos que nos estamos perdiendo, que vamos a desaparecer, que el bebé nos devora en la teta. Somos todas diferentes. 

La maternidad viene a revelarnos cosas que no sabíamos antes, cosas nuestras que no podíamos mirar de frente, cosas que no esperábamos.  Nos rebalsa y está bueno que así sea.

Creo que para poder sostener un puerperio respetuoso se precisa de un músculo o de un instrumento que generalmente ponemos a funcionar recién después del parto.
Es el músculo del apego, de la escucha que se alimenta, crece y aprehende de lo que viene con ternura y comprensión. Lo llamo músculo porque, como estos, tiene fuerza y energía, además tiene saberes: el contacto íntimo, el upa, la teta, las lágrimas que van de tu piel a la del bebé, las canciones olvidadas, las miradas amigas y cómplices…

En una cultura como la nuestra, donde el desapego, la inmediatez y la imagen se lo degluten todo, este músculo tiende a atrofiarse y corremos el riesgo de olvidarnos de su existencia. Muchas de nosotras llegamos a ser madres sin haber visto a una mujer amamantando a su bebé, pero hemos visto infinitas fotos, publicidades y películas con mamaderas y chupetes, son las representaciones más mediáticas de la maternidad y están en todos lados.

Sin embargo el músculo del apego no puede fortalecerse con las palabras escritas en muchísimos libros de crianza, ni con consejos desatentos, ni con la mirada puesta en el reloj. A este músculo le cuesta mucho hacerse oír cuando hemos pasado por un parto traumático, cuando el cuerpo médico nos desautoriza o maltrata, cuando nos sentimos muy muy solas, cuando el bebé no logra prenderse a la teta y nadie viene, nadie se acerca de verdad y comprende la vulnerabilidad por la que estamos pasando.

Muchas nos encontramos entonces con un enfrentamiento interno, entre lo que nos dice el cuerpo, nos sale del alma y lo que nos dice el mundo, una tía, una vecina, el afuera que siempre sabe más. Y hay que elegir.


Parte I. Nota publicada en la revista MADRE HAY UNA SOLA (MHU) Septiembre 2012